Agricultura Biodinámica
La agricultura y las actividades a ella relacionadas han experimentado enormes cambios a lo largo de los siglos. Desde los primeros seres humanos que cesaron en su derrotero nómada para instalarse en un territorio y cultivar vegetales y criar animales, hasta la actualidad de semillas que nacen de laboratorios y animales modificados en su genética para ser mejores productores de alimentos, la agricultura ha adquirido una dimensión extraordinaria como disciplina con implicaciones en la economía de los países, pareciendo que la única variable que justifica su evolución es la de producir más al menor costo posible.
En la búsqueda de ese aumento de producción a cualquier costo, muchos hombres y mujeres han llamado la atención acerca de lo peligroso que puede resultar intervenir sin restricciones en el desarrollo natural de plantas y animales destinados al consumo de las personas. Estas voces han sugerido que volver a ciertas prácticas antiguas y evitar el uso excesivo de productos artificiales para mejorar los rendimientos de plantaciones y del ganado, es un camino recomendable para que la agricultura no deje de ser una actividad sustentable a largo plazo, evitando, además, las consecuencias no deseadas que pueden surgir en los consumidores de productos agrícolas modificados científicamente de modo exagerado.
Una de esas voces fue la de Rudolf Steiner, escritor y filósofo nacido en 1861 en la actual Croacia, en un pueblo conocido hoy como Donji Kraljevec y que, en el s. XIX formaba parte del entonces Imperio Austrohúngaro. Hombre de múltiples intereses, Steiner fue crítico literario, escritor, editor y, hacia principios del s. XX, un pensador relacionado con el campo de la espiritualidad. La motivación para ocuparse de cuestiones que siempre han resultado esotéricas para la academia científica radicaba en que él mismo afirmaba haber tenido experiencias espirituales a lo largo de toda su vida, experiencias que deseaba transmitir a los demás. Para ello intentó aplicar sus conocimientos científicos en el análisis de esos fenómenos, de modo que pudiese lograr presentaciones sobre sus experiencias que parecieran a su auditorio, rigurosas y contrastables.
Una de las disciplinas en las que Steiner se introdujo para aplicar los principios de su pensamiento fue la agricultura. En 1924, un grupo de productores agrícolas, alarmados por la degradación de las tierras de cultivo y los efectos de las sustancias químicas en las plantaciones y el ganado, solicitó a Steiner el dictado de unas exposiciones que, finalmente, dieron lugar a ocho conferencias en el Castillo de Koberwitz. A partir de este evento se dio inicio a la disciplina que hoy conocemos como “Agricultura Biodinámica”, una manera de entender la agricultura –y la jardinería y la horticultura- desde un enfoque que tiene en cuenta las “fuerzas vitales” de la naturaleza. Para esta concepción, cada explotación agrícola es similar a un organismo vivo complejo (de hecho, Steiner creó el concepto de “Organismo Granja”), por lo que debe buscarse el permanente equilibrio entre sus distintos elementos (plantas, animales, suelo, personas) para que aquélla subsista en un ambiente sano.
A diferencia de otras tendencias que promueven la agricultura ecológica, la Agricultura Biodinámica no se conforma con evitar la utilización de sustancias químicas y fertilizantes, sino que afirma la existencia de un aspecto espiritual en la relación entre el ser humano y la tierra como un ser con vida propia, basado en fuerzas cósmicas que determinan los tiempos y formas para la tarea agrícola. Por otra parte, también es característico de esta corriente el uso permanente de ciertos preparados –denominados “preparados biodinámicos”- para aumentar la fertilidad del suelo.
Respecto de la importancia que le da al movimiento de los astros, esta disciplina considera indispensable conocer la posición de la Luna, el Sol y los planetas a lo largo del año, ya que su ubicación en el firmamento determina qué procesos agrícolas deben realizarse.
Tal vez el eje del llamado “calendario biodinámico” (es decir, la cuenta sistematizada del transcurso del tiempo en relación a la ubicación de los cuerpos celestes para señalar los momentos adecuados de realización de los procesos agrícolas) es el movimiento de la Luna alrededor de la Tierra. Para la Agricultura Biodinámica, el efecto más obvio que tiene la Luna sobre la Tierra se puede ver en las mareas oceánicas, pero también tiene una influencia muy significativa sobre los vegetales, los animales y las personas. Cada veintiocho días la Luna da una vuelta a la Tierra y, en este periodo, aporta el reflejo de la luz de las doce constelaciones del zodiaco mientras va pasando delante de ellas. Si se tiene en cuenta que la mayor parte de la alimentación que recibe la planta no proviene del agua y los nutrientes del suelo, sino de la luz y el calor que activan el proceso de fotosíntesis vegetal, se entiende que las fuerzas cósmicas – en tanto la posición de los astros implicaría modificaciones en las variables de luz y calor que llegan a la Tierra- sean tan importantes para cualquier disciplina que intente entender y manipular el desarrollo de las plantas.
En consonancia con estas premisas, la Agricultura Biodinámica reconoce la relación de cada signo del zodiaco con uno de los tradicionales elementos naturales (Agua, Aire, Fuego y Tierra), y asigna a cada uno de ellos una parte del vegetal: al Agua le corresponde la Hoja, al Aire la Flor, al Fuego el Fruto y a la Tierra la Raíz. Partiendo de este emparejamiento, se puede señalar que la posición de la Luna en el mapa celeste va a indicar la aptitud de esa jornada para ciertas actividades relacionadas con las partes de la planta que le corresponden. Por ejemplo, la ubicación de la Luna en una constelación de Tierra determina que sea un día apto para la recolección de tubérculos y verduras que crezcan debajo del suelo.
Pero no solo el “calendario biodinámico” es representativo de esta disciplina. También hay una práctica fundamental para quienes siguen las orientaciones de la Agricultura Biodinámica, y es la relacionada a los “preparados biodinámicos”. Estos preparados son una clase especial de enmiendas (en agricultura se entienden a las enmiendas como las mezclas de productos que ayudan a mejorar la condición de un suelo) que ayudan a devolverle a los suelos su vitalidad y fertilidad. La historia detrás de los “preparados biodinámicos” también es motivo para regresar a la figura de Rudolf Steiner, pues fue él quien desarrolló los nueve preparados fundamentales que mantiene su trascendencia en la actualidad.
Durante la Segunda Guerra Mundial, las ideas de Steiner no fueron bien recibidas por el gobierno alemán de entonces. Se desarrolló una persecución a los grupos propulsores de la Agricultura Biodinámica, por lo que sus seguidores se vieron obligados a utilizar ciertas claves que les permitían la comunicación de ideas entre ellos sin que la censura los pudiese detectar. Y una de esas claves se pergeñó para nombrar los distintos “preparados biodinámicos” que Steiner describió en sus obras. Las nueve sustancias fueron enumeradas del 500 al 508, y se hacía referencia a ellas citando el número, sin expresar su nombre o conformación. En la actualidad, las claves numéricas se siguen utilizando, aunque también es posible encontrar los nombres de cada preparado, referidos al ingrediente principal de cada uno:
Preparado 500 o estiércol en cuerno. Se hace llenando un cuerno de vaca con estiércol de vaca y enterrándolo en el suelo durante el invierno. Se desentierra en primavera, el contenido del cuerno se diluye en agua y se esparce en los campos. Se utiliza para estimular la actividad radicular y las bacterias del suelo, mejorando su fertilidad.
Preparado 501 o sílice en cuerno. Se llena un cuerno de vaca con cuarzo triturado. Debe enterrarse durante el verano. Cuando se desentierra en otoño, el contenido del cuerno se diluye en agua y se esparce en los campos. Ayuda a los vegetales a incorporar la luz en su crecimiento y mejora la calidad de los cultivos.
Preparado 502 o milenrama. Se fabrica envolviendo flores de milenrama en una vejiga de ciervo y colgándola durante el verano. Se debe enterrar durante el invierno y desenterrar en primavera. Se usa para que el compost mejore su calidad nutricional.
Preparado 503 o manzanilla. Se logra envolviendo flores de manzanilla en intestinos de vaca. Se debe enterrar en el invierno y desenterrar en primavera. Se usa para que el compost ayude a estabilizar el nitrógeno del suelo.
Preparado 504 u ortiga. Se obtiene enterrando hojas de ortiga durante un año. Este preparado se usa en el compost para estimular la actividad del suelo.
Preparado 505 o corteza de roble. Se realiza llenando un cráneo de animal con corteza de roble y enterrándolo en un lugar húmedo durante el invierno. Se usa en el compost para combatir enfermedades.
Preparado 506 o diente de león. Se envuelven flores de diente de león en una membrana del estómago de un animal, y se entierra durante el invierno. Se desentierra en primavera. Este preparado ayuda a las plantas a atraer los elementos que necesitan del suelo y la atmósfera.
Preparado 507 o valeriana. Se obtiene a partir del jugo de flores de valeriana. Este jugo se diluye en agua y se agrega al compost. Se usa para estimular la actividad del compost y para fomentar el calor y la vida en el suelo, como a la absorción de fósforo por parte de los vegetales.
Preparado 508 o cola de caballo. Se fabrica a partir del cocimiento de la planta cola de caballo. La sustancia obtenida se esparce en los cultivos para prevenir y controlar enfermedades fúngicas. Ayuda, además, a equilibrar los niveles de agua en el suelo y en las plantas.
Como puede observarse, la finalidad principal de los “preparados biodinámicos” es la de mejorar la estructura y fertilidad de los suelos, a la vez que proteger a los cultivos de enfermedades y plagas. Las capacidades terapéuticas que presentarían estos preparados, conducirían a que el suelo desarrolle un equilibrio entre los elementos químicos y físicos, encarrilando las energías cósmicas en beneficio del crecimiento de los cultivos.
En resumen, la Agricultura Biodinámica es una tendencia agrícola que cada vez gana más seguidores, animados por los principios que promueve de respeto sobre los recursos naturales y de mesura en relación a su explotación. Aunque existan opiniones que remarcan la falta de comprobación científica para muchas de sus prácticas, quienes adoptan la Agricultura Biodinámica confían en antiguas tradiciones de las que son legatarios, mientras confían en que su llamado a una agricultura más natural puede ser la única vía para que, a largo plazo, los recursos de nuestro planeta no se agoten para siempre.
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